Rock, término que agrupa de un modo general el
conjunto de corrientes musicales que surgieron a mediados del siglo XX en
Estados Unidos. Con los años ha perdido el marcado carácter anglosajón que tuvo
en sus orígenes para transformarse en un lenguaje universal, sometido a continuo
cambio.
Al surgir de un modo espectacular y
desarrollarse en principio como un fenómeno de masas que trastornó la vida y los
ideales de América, no puede considerarse como un movimiento musical en sentido
estricto. Sus raíces son tan plurales que sintetizan las principales ramas de la
llamada música popular estadounidense, sobre todo el blues, el
rhythm and blues, el gospel y el country
and western.
No obstante los evidentes vínculos que posee
con las más profundas esencias de la música de la comunidad afroamericana, el
rock es en realidad el resultado, tras una larga síntesis que se inicia con el
siglo, de la adaptación de estas fuentes a una concepción y una estética
“blanca”, lo que generó las primeras actitudes públicas de rechazo, algunas de
ellas muy conflictivas. Si el compositor y bluesman negro Muddy
Waters lo consideraba como 'un hijo del rhythm and blues al que llamaron
rock', numerosas organizaciones racistas estadounidenses afirmaban con desprecio
y energía, según sus panfletos y los abundantes testimonios de sus líderes de
entonces, que representaba la música que 'rebajaba al hombre blanco a la
categoría del negro'. La variante, en cualquier caso, de acuerdo con estas
interpretaciones, radicaría en el hecho de que la base del rock, el viejo blues,
estaba revisada, para mayor gloria de la raza blanca, a través de inyecciones de
ritmo tan pronto dulce, como de andanadas de sonido estridente, rápido y
energético.
Esta síntesis ligera de blues y rhythm and blues, como se la denominó
durante mucho tiempo, hallaría su ídolo fundacional a mediados de la década de
1950 en la figura de Elvis Presley, aun cuando desde la primera
grabación de blues registrada en la historia (“Crazy Blues”, un tema cantado en
1920 por Mammie Smith) hubieran pasado casi tres decenios.
Esta vía de ”desencuentro”, conforme con sus raíces negras, la seguirían
cantantes como Bessie Smith (la Emperatriz del Blues), Billie
Holiday, Little Richard y, ya en la esfera de la música de finales de la
década de 1960 cantada por mujeres blancas, Janis Joplin. Para
entonces, por los espasmódicos bailes que suscitaba en grandes masas de jóvenes
y sus ritmos trepidantes, el rock se había transformado en algo más que música,
era rock and roll, energía en estado puro.
ELVIS, EL ELEGIDO
La fortuna esperaba a Elvis Presley, nacido en
Tupelo, Mississippi, en enero de 1935. Pertenecía a una familia humilde del sur
de Estados Unidos (white trash, 'basura blanca' para los herederos de los
ideales esclavistas de la Confederación Sudista) que se estableció
en Memphis en 1948, pero en 1954 ya cantaba y grababa temas de Arthur Crudup y
Bill Monroe, oscilando entre el blues, el gospel y el country rural.
Por aquella época, el propósito de algunas
compañías discográficas, ante la decadencia del country (el año nuevo de 1953
fallecía Hank Williams), consistía en descubrir a cantantes que
expresaran 'sentimientos blancos' con fuerza, voces y corazones negros, y Elvis
resultó el artista elegido en una época en que ya gozaban de relativo crédito
solistas como Jerry Lee Lewis, Carl Perkins,
Johnny Cash, Roy Orbison y Chuck Berry.
Salvo Berry, apoyado por Muddy Waters y una discográfica independiente de
Chicago, los demás coincidirían en sus primeros trabajos al grabar en 1955 con
el sello Sun Records, y de ahí nació la primera leyenda de los cinco pioneros o,
en cualquier caso —en palabras de Jesús Ordovás—, de 'los cinco grandes
creadores del rock and roll'. Pero Elvis, gracias a su participación en diversos
espectáculos masivos de la ciudad de Nashville-Davidson a principios de 1956, de
clara significación country, pudo renunciar a su condición de héroe local que
goza del interés de una audiencia reducida pero fiel, y con habilidad,
apoyándose en su tema “Heartbreak Hotel”, atípico en el contexto donde lo
presenta, deslumbra, hipnotiza a masas de quinceañeras y se alza con un triunfo
que le catapulta en cuestión de pocos días al primer puesto de la lista de
éxitos de Estados Unidos.
Con “Heartbreak Hotel” estalla el fenómeno de
los teenagers (seguidores jóvenes de edades comprendidas entre los 13 y
los 19 años, cifras que en inglés concluyen en teen), que dará el
espaldarazo al joven y tímido cantante procedente de los más bajos estratos
sociales, reconvertido en escasas semanas en ídolo de multitudes de jóvenes que
ven personificado en él, hábil vocalista, diletante, bromista de gesticulación
agresiva y dado a las audacias sensuales en directo, al rebelde blanco que
alcanza el irrenunciable sueño americano: triunfar. En 1955 había fallecido en
accidente automovilístico James Dean, encarnación mítica y cinematográfica de la
juventud rebelde y sin causa. Elvis Presley tenía una causa, el rock, y
transmitía inconformismo, ansia de rebelión y juventud.
THE BEATLES
Desde principios de la década de 1960 el
factor más destacado en el panorama del rock estriba en lo que ha venido en
denominarse la “respuesta británica”, expresión que engloba las numerosas formas
en que los músicos ingleses asumieron las rutilantes novedades procedentes de
Estados Unidos.
La aparición de The Beatles en
1962, tras diversas intentonas previas para formar una banda estable,
estimuladas por el inquieto John Winston Lennon (tuvo nombres como The Quarrymen
o Johnny and the Moondogs, 1956-1959, Long John and the Silver Beatles, 1960,
Beat Brothers o The Cavern, 1961, y The Silver Beatles, 1962) a quien secundaban
de una forma regular Paul McCartney y George Harrison y con menor frecuencia el
bajista Stu Sutcliffe y el batería Pete Best, supuso el germen de la “revolución
británica del rock”. Estos jóvenes de Liverpool realizaron diversas giras por
Escocia y Alemania, y grabaciones como grupo de apoyo de figuras de segunda
categoría, hasta hallar en Brian Epstein al productor idóneo e idílico que
llevará su carrera al estrellato.
A partir de ese momento, guiados por Epstein,
con un nuevo y potente batería llamado Ringo Starr, graban en los dos años
siguientes más de 60 temas. El punto de partida es “Love me Do”, del que se
venden más de 10.000 copias. El paso siguiente será el cine, de la mano del
realizador Richard Lester (¡Qué noche la de aquel día!, 1964 y
¡Socorro!, 1965), en un tono muy distinto al que caracterizó la variable
y populista carrera de Elvis en este campo. Es a través de las películas y de la
denominada beatlemanía que recorre el mundo, que la suma de individualidades que
cristaliza en la banda se diversifica: Lennon actúa como líder conciso pero
agresivo tras su aspecto tímido e intelectual; Harrison es el inquieto del
conjunto, interesado por el country y el orientalismo; Ringo Starr es el
desenfadado, un juerguista que descarga su fuerza en el escenario; Paul
McCartney, atraído por el mercado discográfico —o quizá fascinado— no oculta su
interés por componer temas estándar, en consonancia con las demandas del público
adolescente, visibles en las listas comerciales. Son cuatro mundos muy distintos
que acabarán por tomar rumbos divergentes.
En 1964 Allen Ginsberg el poeta
de la generación Beat declarará que 'la conciencia universal de la
humanidad se encuentra ahora en Liverpool'. El éxito de los cuatro jóvenes
británicos trajeados de negro y con característico flequillo (nombrados en 1965
caballeros de la Orden del Imperio Británico) es absoluto y desborda a los
componentes de la banda. En 1966, una vez que el grupo ha triunfado en Estados
Unidos, actúan juntos por última vez en San Francisco y se despiden de los
escenarios. Tras una época de intensa dedicación a doctrinas orientales y sus
primeras experiencias con LSD (realizan en Revolver, 1966,
una versión musical del Libro de los muertos —“Tomorrow Never
Knows”— y publican su celebérrimo “Yellow Submarine”) en 1967 graban Sgt.
Pepper's Lonely Hearts Club Band, donde emplean música electrónica y cantan
letras emblemáticas, como “Lucy in the Sky with Diamonds”, la más famosa de sus
composiciones psicodélicas. Ese mismo año, la muerte de Epstein coincide con el
estallido de las diferencias intestinas de la banda, que emprende al cabo de un
año la aventura de la productora Apple, concebida para apoyar en diferentes
campos artísticos (cine, moda, música) la revolución pop de la que The Beatles
se sentían portadores privilegiados. Apple fue cerrada en 1969, anticipando dos
años la ruptura definitiva de los componentes de la banda, cuyos integrantes
emprendieron a partir de 1971 caminos en solitario, con distinta
fortuna.
THE ROLLING STONES
El ansia por imprimir un cambio radical a las
formas de vida, a través del rock and roll, quedó de manifiesto con la aparición
en escena de The Rolling Stones, nombre tomado de un tema de
Muddy Waters. Se presentaron en público el 12 de julio de 1962 en
el famoso local Marquee de Londres, cuando todavía sus componentes eran una
formación insegura. Representaban, entre los reducidos círculos en que se
desenvolvían en sus principios, la esperanza británica del rhythm and blues
anglosajón y blanco, y en poco tiempo lograron celebridad como réplica a la
beatlemanía.
No obstante, sería absurdo aceptar esta visión
de la historia del rock, pues según acreditados testimonios (entre ellos los de
un ayudante del mánager de The Beatles), los líderes de la banda, Keith Richards
y Mick Jagger, solicitaron en 1963, por la vía de la amistad, una composición a
sus directos rivales: el esbozo compuesto en un rato por McCartney y John Lennon
se convertiría, según los mismos testimonios, en el tema “I Wanna be Your Man”,
que algunos consideran el primer éxito de los Stones.
Los medios de comunicación británicos, sin
embargo, insistirían en esta confrontación, que al parecer se agudizaría a
finales de la década de 1960: todos los temas del álbum Aftermath (1966)
pertenecían a los miembros de la banda —a la sazón Richards, Jagger, Brian
Jones, William Wyman y Charles Robert Watts—, marcando un momento de asombrosa
madurez y personalidad propia. A partir del año siguiente se inicia la leyenda
negra de los Stones, con las detenciones de Jones, Jagger y Richards acusados de
posesión de estupefacientes. Un año después de editar Beggar's Banquet,
Jones abandona la banda: es junio de 1969 y al cabo de un mes se hallaría su
cadáver en la piscina de su residencia privada. En ese mismo año se producen
otros incidentes durante la gira que la banda emprende por Estados Unidos,
destacando la tragedia de Altamont (California) cuando mientras Jagger canta su
polémico tema “Sympathy for the Devil”, un miembro del servicio de seguridad del
concierto, perteneciente a la banda de motoristas Ángeles del Infierno, apuñala
a un espectador exaltado, que moriría a causa de las heridas.
El alejamiento de los Stones respecto al
público se prolongaría durante años, aun cuando no dejaran de editar discos: el
que daría fama mundial al diseño del emblema de la banda, realizado por
Andy Warhol a costa de los abultados labios de Jagger, Sticky
Fingers (1971). Otros álbumes fundamentales en la extensa discografía de la
banda, que ronda el medio centenar, serían: Exile on Main Street (1972),
Some Girls (1978) o Voodoo Lounge (1994).
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